Un año más nos acercamos al DÍA INTERNACIONAL PARA LA REDUCCIÓN DEL RIESGO DE DESASTRES, el lema propuesto por la UNDRR para este año es “Combatiendo la desigualdad para un futuro más resiliente”. Este día es una oportunidad para reflexionar y reconocer los avances logrados hacia la prevención y la reducción del riesgo de desastres.
En el contexto actual, con una epidemia a nivel global de la que estamos emergiendo y eventos adversos cada vez más frecuentes, más extremos e impredecibles, muchos de ellos como consecuencia del cambio climático, constatamos que los desastres impactan en la vida de las personas en forma desigual. Un solo evento de este tipo puede borrar cualquier avance logrado en pos del desarrollo por una comunidad durante décadas e impactar de la manera más cruenta en los grupos más vulnerables, afectando a las personas, sus medios de vida, comunidades y ecosistemas.
Por esta razón, no podemos pensar en crecimiento y mucho menos en desarrollo, un desarrollo sostenible, equitativo, seguro y resiliente, si en esa agenda no incorporamos la Reducción del Riesgo de Desastres, la mitigación y a la resiliencia.
No cabe duda que es importante mejorar la capacidad de respuesta para poder afrontar las consecuencias de un evento adverso una vez ocurrido, para dar socorro de la manera más eficiente a esa comunidad. Esto es debido a que los eventos seguirán ocurriendo y por ello los equipos de respuesta y Protección Civil son y serán imprescindibles, pero es fundamental poder avanzar hacia el paradigma de la Reducción del Riesgo.
La planificación y ordenamiento territorial, la identificación de vulnerabilidades y la coordinación intersectorial pueden cumplir un papel fundamental en la Reducción del Riesgo de Desastres ayudando a mitigar los riesgos a través de políticas sectoriales coherentes y la articulación de múltiples actores.
Pero, ¿cuál es el vínculo de la pobreza y los desastres? La pobreza es al mismo tiempo, causa y consecuencia del riesgo de desastres. Por eso, es necesario tomar las medidas necesarias y específicas para luchar contra los factores subyacentes que aumentan el riesgo de desastres.
Las estrategias de Reducción del Riesgo de Desastres deben estar incorporadas o ser parte de los planes de desarrollo de los países y también elaborar estrategias de Reducción del Riesgo a nivel local. En este sentido, en los planes de desarrollo de los países de Centroamérica se observa por ejemplo que Guatemala se propone medidas de reducción del riesgo de desastres para mejorar la capacidad de adaptación de la población y los ecosistemas, y en Panamá, su instrumento de planificación se plantea establecer estrategias y protocolos de adaptación y reducción del riesgo de desastres a nivel nacional y local, entre otras.
En América del Sur, Brasil se plantea como un objetivo en sí mismo la gestión del riesgo de desastres y en Colombia, la promoción del conocimiento en la comunidad sobre los riesgo de desastres y el cambio climático para tomar mejores decisiones en el territorio forma parte de los objetivos del Pacto por la Sostenibilidad.
No obstante es importante la bajada de las estrategias nacionales al nivel local.
Si bien la Argentina cuenta con los instrumentos para avanzar en esta agenda, como la Ley 27287 del 2016 que crea el Sistema Nacional De Gestión Integral del Riesgo (SINAGIR) y el Plan Nacional de Reducción del Riesgo de Desastres 2018-2030 (PNRRD 2018-2030), es fácil observar infinidad de municipios o gobiernos locales de todo el país que no cuentan con un área o departamento de Protección Civil y mucho menos que estén organizados para la Reducción del Riesgo de sus localidades. También encontramos municipios como Zarate, provincia de Buenos Aires, sometido a amenazas tanto de origen natural como antrópico, dentro del cual se ubica a orillas del Rio Paraná el complejo nuclear Atucha, en la localidad de Lima. Si bien sabemos que las centrales nucleares son sumamente seguras, el gobierno local no cuenta con recursos humanos ni materiales organizados en un Departamento de Protección Civil, es decir esta área de gobierno es casi inexistente. Así podemos seguir enumerando ejemplos en los cuales los instrumentos con los que cuenta el gobierno nacional no han alcanzado a todo el territorio de la nación.
El contexto creciente de desastres agrava la desigualdad, aumenta la vulnerabilidad de las comunidades y agudiza la pobreza. Según investigaciones recientes, las tendencias existentes hacia el año 2030 destacan que el mundo se enfrentará a 1.5 desastres de gran magnitud al día. No alcanza con las estrategias o planes nacionales, hay que avanzar en el desarrollo de estrategias subnacionales que permitan la bajada al territorio de la Gestión del Riesgo de desastres de manera armónica entre los diferentes niveles de gobierno, y la participación de diversos sectores de la sociedad.
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